El Cortijo de las Ánimas se encuentra en la sierra de Cazorla en Jaén, en lo más profundo de esta zona montañosa.
Es una zona donde el misterio campaba a sus anchas entre sus campos con historias para no dormir, historias de aparecidos,leyendas entre los pastores de la zona en las que no faltaba a la cita ni el mismísimo diablo.
Esta zona cayó en el olvido, pero las leyendas, por más que se intentan oscurecer, perdurarán en la eternidad de aquellos vecinos y pueblos que la vivieron en primera persona.
La leyenda que nunca desaparecerá entre los serranos de Cazorla es la llamada como " Leyenda de Requena" o "Leyenda del Cortijo de las Ánimas".
Cuenta la historia de José Requena Carmona, cabrero de aquella serranía que moraba con su rebaño de cabras y su fiel perro Sultán las zonas de pastoreo entre Los Campos y Vega de los Hornos, donde no faltaban cuentos de aparecidos y misterios ocurridos a serranos mientras pastoreaban por estos campos.
Un día, Requena fue sorprendido por una tormenta cuando andaba con su rebaño en el Cortijo de las Ánimas.
Con la tormenta atronadora decidió volver a casa, pero de repente, unos balidos le alertaron. Una cabra se había separado del rebaño y quedó perdida en esas tierras.
José Requena comprendió que debía salvarla y dejó de guía del rebaño a su perro Sultán para que velase por ellas en el camino hacia casa.
Al encontrar a la cabra, vio que tenía una pata rota, por lo que la introdujo en un saco que llevaba consigo.
En la travesía de vuelta a casa se iba dando cuenta de que el saco iba pesando más y más, pero para Requena era normal, pues el cansancio hacía estragos y el saco calado por la tormenta podían ser los causantes de aquel creciente aumento de peso del saco.
Pero, conocedor de las historias que rodeaban la zona sobre apariciones, se decidió a abrir el saco.
Al abrir el saco, se encontró con que la cabra tenía los ojos rojos y salía fuego de ellos. Era el mismísimo Satanás en forma de cabra. Le dijo la diabólica cabra: "¿ peso mucho Requena?".
Aterrorizado, Requena tiró el saco y salió corriendo hacia donde se contrata su fiel Sultán y el demás rebaño.
Tardó en volver al pueblo en torno a dos días, y el encuentro con Satanás en su firma de cabra le hizo mella en su físico, envejeciendo espectacularmente, con el pelo blanco y la piel arrugada.
Al llegar a casa y contar lo que le sucedió aquella noche de tormenta a familiares y pastores de la zona, murió.
Pero no murió de cualquier manera, murió de miedo.